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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre pusilánimes, aprovechados, y tiranos

No es la primera vez que tratamos la cuestión de la relación que existe entre los tiranos -de cualquier intensidad- y los pusilánimes: entre los que sojuzgan, tiranizan, arrasan, esquilman, dictan órdenes y juzgan lo que otros hacen sin plantearse más límites que los que elos se autoimponen ...y los que toleran.

Los que toleran son imprescindibles para que los tiranos campen a sus anchas, protegidos por una capa más próxima que cumple sin rechistar sus órdenes, porque obtienen beneficios de ese comportamiento, es decir, porque se aprovechan de lo que hacen los tiranos a costa de los pusilánimes.

Este cuento de vencedores y vencidos se repite a lo largo de la Historia de la Humanidad y alcanza, a veces, cualidades de esperpento que, cuando se contemplan desde fuera, y sobre todo, desde la perspectiva del paso del tiempo, dejan un sentimiento profundo de desconfianza y pesimismo respecto al género humano. 

La situación desesperada de Haití, dramáticamente llevada a un límite inimaginable por las fuerzas de la naturaleza el 12 de enero de 2010, sirve de actualizada referencia para confirmar la insolidaridad y la aquiesciencia o conformidad que preside las actuaciones humanas, consolidando una costra que no pueden vencer ni las religiones, ni las promesas de globalización, ni siquiera la amenaza de una catástrofe climática global.

Este juego dramático de demasiados ricos aprovechándose de la situación de demasiados pobres -adaptación de una frase reciente del Presidente español Zapatero y resaltando que, obviamente, las escalas numéricas de ambos "demasiados" son muy distintas- se extiende como una lacra.

Existe en Haití (y en otros países del continente americano, ya que no debemos olvidar que Guatemala), ocupa una mancha inmensa en Africa, que proporciona la base de los países más pobres del mundo, y alcanza Asia, con desoladores ejemplos como Bangla Desh, Palestina, Irak o Tayikistán, pero tampoco perdona a Europa, en donde Moldavia y Albania ofrecen situaciones dramáticas de pobreza, falta de control y corrupción.

Nuestra endurecida coraza occidental, para los nacidos en la privilegiada opulencia de este concreto momento y en esta específica área geográfica, puede soportar seguramente catalogándolas como "interesantes muestras artísticas", novelas del tipo "La fiesta del Chivo" de Vargas Llosa (hecha buena película por Luis Llosa e inspirados actores).

Nos deberían hacer pensar más allá del megusta/nomegusta. Ante la incapacidad, por silencios y faltas de datos, para plasmar fielmente las historias verdaderas, las reconstruímos con novelas realistas, con personajes que existieron, con actuaciones que podemos probar, pero advirtiendo a espectadores y lectores que son creaciones imaginarias, que aunque los nombres sean ésos, las cosas pudieron suceder de otra manera, y que, si se quiere, se puede creer que todo es falso, que nada ocurrió.

Porque lo único verdadero es el temor de que la semilla de los tiranos vuelva a florecer en cualquier momento y, apoyados en los aprovechados, nos convierta para siempre en pusilánimes o muertos. Está pasando en otros lugares, pasó aquí y allí, puede volver a pasar en quién puede predecir qué sitio.

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