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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el mantenimiento del carbón como fuente energética

La recientemente creada Fundación para Estudios sobre la Energía ha publicado el libro "El futuro del carbón en la política energética española". El trabajo lo dirigió José María Martínez- Val y actuaron como coordinadores de los numerosos colaboradores, Angel Cámara y Alberto Ramos, catedráticos de la Escuela de Minas de Madrid. 

El análisis de la doble problemática relacionada con la garantía de seguridad energética y contención de la producción de gases con efecto invernadero ocupa una parte importante de la edición, con datos de especial interés que, al ser recopilados y puestos de manifiesto conjuntamente, permiten al lector adentrarse en sus propias conclusiones, si deseara hacerlo así.

La demanda eléctrica española ha aumentado en los últimos diez años (el estudio se refiere al período 1997-2007) al ritmo del 4-6%, con un consumo neto anual reciente de 260.000 Gwh. España es, en la actualidad, un exportador neto de energía, pues lo que se recibe de Francia (unos 7.000 Gwh/año) es inferior a lo que se envía a Portugal y Marruecos (10.000 Gwh/año).

Las emisiones de CO2 se situarán en la década 2010-2020 entre 80 y 90 millones de t/año. El estudio da por válido que en torno al año 2030 la generación proveniente de gas natural y energía eólica sobrepasará los 250.000 GWh/año brutos, más del 55% de la generación total.

En cuanto a las centrales de carbón, sobre las que se centra, obviamente, el estudio, se traza, en primer lugar, el marco legislativo, dominado por la Directiva Europea de Grandes Instalaciones de Combustión (en vigor desde el 1 de enero de 2008). No se refiere la normativa a la contaminación por CO2, sino por óxidos de nitrógeno y azufre. La previsible incapacidad técnico-económica de adaptar las centrales más antiguas a esta normativa, obligará a dejar fuera de servicio a unos 2.000 MW de los 10.000 MW, hacia 2013.

El informe refleja un escenario prudente para la cuestión de la captura y confinamiento del CO2, repasando las técnicas de post-combustión, pre-combustión (aplicable únicamente a centrales tipo GICC, como la de Puertollano, de Elcogas) y oxi-combustión (aún no industrial).

Captado el CO2 y comprimido a alta presión (más de 200 bar) estaría listo para inyectarlo en almacenamientos geológicos, que dispongan de las características adecuadas, Los tres tipos de almacenamiento  posibles serían: estructuras de rocas porosas -en España, escasas y, además, reservadas para almacenamiento de gas natural-, acuíferos salinos -con el condicionante de que posean un sello geológico, preferentemente arcillas- y cavidades creadas por la disolución en sal -aunque durante la vida de una central se necesitarían del orden de 100 cavernas de 1 millón de m3 de volumen útil ; la opción de confinamiento oceánico no está actualmente admitida por las convenciones internacionales.

El estudio propone el mantenimiento de una potencia de carbón en torno a los 10.000 MW, con un volumen de generación mínimo de 40.000 GWh anuales (4.000 horas equivalentes a plena carga) y un máximo de 75.000 GWh, siendo el excedente una reserva para el caso de que fallaran otras opciones de generación.

En cuanto a la necesidad de instalar nuevos grupos de carbón, el informe es prudente respecto a posibles ubicaciones. En el caso de Asturias, se apoya la construcción de nuevos grupos en las proximidades de El Musel y, en concreto, la construcción de la central de alto rendimiento y bajas emisiones de Aboño, con capacidad en torno a los 800 MW.

Respecto a la selección de trampas geológicas profundas potenciales, el trabajo utiliza la información de la Fundación para Estudios sobre la Energía (2007), con descripción de las 10 zonas seleccionadas con potencialidad para constituirse en Reservas del Estado.

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