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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el nuevo talante (new mood) norteamericano en política exterior

El vicepresidente norteamericano Biden ha viajado a Europa para avanzar un mensaje de diálogo, en la búsqueda de aliados para su política exterior.

Son muchos los problemas que la administración Obama ha heredado de su antecesor, al que puede culpar de todo lo malo que se encuentra en los cajones, aunque no parece que esa sea la fórmula que pretenda emplear el nuevo presidente para ganar tiempo. Está tomando decisiones comprometidas desde el primer momento, y esa actitud, ese new mood, merece máxima atención.

Se puede intentar enumerar los asuntos más importantes de la política exterior norteamericana. Guerras en Irak y Afgaistán en donde soldados y empresas norteamericanas están directamente involucrados; conflicto persistente entre Palestina-Israel, en donde aunque no haya tropas estadounidenses si se ventilan intereses propios; programa de defensa nacional frente a la amenaza terrorista, que es monstruo de mil cabezas que abarca desde la lucha entre civilizaciones y las incomprensiones religiosas hasta la decisión sobre qué hacer con Guantánamo y, sobre todo, con los retenidos allí; dilucidar qué posiciones adoptar con las repúblicas periféricas soviéticas, en especial con Georgia, manteniendo simultáneamente una sonrisa hacia Moscú; acercarse a Cuba por la puerta trasera, mientras Puerto Rico pretende escaparse por la delantera; reforzar la cooperación con México, Colombia y Brasil, sin que ello signifique dar por perdidos a Bolivia, Venezuela y Ecuador (por ejemplo), porque el frente popular de rojeras del libro se acerca temerariamente a Irán y al fundamentalismo islámico, confundiendo gestos con posturas...

No le falta trabajo al equipo de exteriores norteamericano. El problema fundamental de Biden es que casi todos los problemas que tiene en la agenda no se ubican en Europa, y poco pueden hacer por sus intenciones los países de la Unión Europea, más que animarle a que los resuelva. Aunque, dados la grandeur y la capacidad de flatter del presidente francés, puede creerse quizá que, en lugar de tener que negociarse los aliados europeos uno a uno, le bastaría con comer en el Elíseo con Sarkozy y cenar en Bruselas con Javier Solchaga, Mr. Pesc. 

O puede intentar encontrarlos a casi todos juntos y escuchar las genialidades que se le ocurran, en la tertulia después del desayuno en la Conferencia de Política de Seguridad. En Munich, ... qué frío está haciendo en Europa...

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