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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la profundidad de la crisis económica

Vamos a ver si nos entendemos. La economía es un poco...como un toro, ¿no?

Suponiendo, sin embargo, que esta comparación de urgencia no le satisfaga del todo, damos algunas aclaraciones complementarias.

Los elementos para detectar la profundidad de una crisis son de dos tipos: tangibles e intangibles; reales e imaginarios, o inventados.

La mayor parte de los comentaristas políticos y de los diarios económicos ponen el énfasis en los indicadores inventados. Los inventados son, en particular, el índice bursátil, la caída del PIB, la inflación y otros de ese tenor, que se consiguen multiplicando o dividiendo -generalmente dividiendo- cantidades o números que no tienen nada que ver entre sí, ni, por supuesto, con la economía real. Economía real es la que todo el mundo entiende, incluso los que no tienen ni zorra idea de economía.

Los indicadores claves para analizar la profundidad de una crisis son éstos: el número de parados y su distribución por sectores; el coste del dinero cuando usted se lo pide a un Banco o a una Caja y solo tiene para responder del mismo lo que va a comprar con él; el salario que usted percibe por su trabajo, cuando lo tiene, y lo que le queda a final de mes, si le queda algo; la cantidad de casas y chalets de lujo que hay en su ciudad; el número de automóviles de gran cilindrada que se cruzan ante usted en el paso peatones; el índice de abarrotamiento de gente en el vagón de metro de su línea habitual, un día de semana laboral a las once respecto a un festivo a las once; y, por supuesto, el número de personas conocidas que están actualmente sin empleo.

De este análisis, que cada uno puede repetir, se deduce que la profundidad de esta crisis no es tan grande como dicen los de la economía imaginaria, -la gente tiene miedo por lo que va a venir más que por lo que le está pasando-, pero aún no ha encontrado su punto más bajo.

Como un toro, ¿no?. Ha salido de toriles, potente, y la cuadrilla le ha dado un par de pases, sin conseguir fijar al bicho. Ahora se está en la suerte de varas, y el picador anda arrimado al burladero. El toro ha recibido un primer picotazo, pero ha salido suelto,  y los subalternos tratan de volver a poner el bicho en suertes para que reciba un verdadero puyazo en lo alto.

Este desgaste es fundamental para que el maestro pueda hacer faena. Por eso, el diestro se toma un vasito de agua arrimado al madero, a buchitos, mirando la mole del morlaco, meditando. Mientras, el público jalea y pide sangre.

1 comentario

guillermo díaz -

Entiendo que la profundidad de la crisis real ya es cierta y recurro para ello sólo a dos indicadores, fruto de mi propia apreciación personal.

Primero: En mi colaboración como voluntario de una ONG realizaba orientación laboral a una media de 3 personas a la semana. Hoy la media ya está en 18 personas que se han quedado en paro sin ningún recurso.

Segundo: La noche de los viernes suelo salir a cenar con mi mujer y amigos a alguna sidrería. Tiempo atrás teníamos dificultades para encontrar una mesa si no teniamos reserva previa. En estos últimos fines de semana hemos tenido sitio libre en cualquier lado.

Creo por tanto que se trata de dos datos que hablan por sí solos.