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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre estreñimiento y almorranas

Los niños se ríen cuando decimos, caca, culo, pis, y puede que aún exista en un salón empingorotado alguna dama que se escandalice si hablamos de almorranas, aunque las padezca de pascuas a ramos.

El origen de un mal tan común que causa risas a los que no saben lo que duele, es el estreñimiento, la dificultad para que los desperdicios del bolo alimenticio, salidos del cuerpo que los aprovecha, sigan su ciclo en otros seres. Porque el estreñimiento suele venir emparejado con otra manifestación cruelísima, que es el afloramiento de las venas que se encargan de llevar sustento a la parte terminal del intestino grueso, y que llamamos almorranas, o hemorroides. Palabras cultísimas ambas, ya que provienen del griego, y significan fluir de la sangre.

Para curar el estreñimiento ocasional, la cultura popular recomienda lavativas. En las casas con solera, esas peras de goma utilizables con fin tan innoble ocupan un lugar destacado en las mesitas, junto a la vaselina y otros unguentos con los que aliviar los dolores o facilitar las cosas.

Está también ese otro aparato caído injustamente en la batalla por reducir el tamaño de los pisos: el bidé. La función del bidé, tan asociado en la imaginería del siglo pasado a los meublés y a las casas de meretrices, es servir para algo más que para la higiene íntima rápida o lavarse los pies, explicación esta última que nos daban a los niños. El bidé sirve, sobre todo, para limpiarse bien el culo luego de hacer las propias necesidades, que es como se dice.

Los baños de asiento, alternando aguas frías con calientes, y reforzadas con la recolocación digital -extremando el cuidado- de las venas hinchadas, son un alivio importante para las almorranas, aunque han de combinarse con una pomada adhoc, como Hemoal o Trombocid, y el descanso de la parte afectada sobre un cojín bien aireado mientras se piensa en otra cosa. Los farmacéuticos de la esquina estarán encantados de servirnos algo así, sin necesidad de receta, solo viendo la cara que llevamos (e imaginando lo otro).

Para tratar el estretenimiento, utilice mejor líquidos introducidos por la boca que por salva sea la parte. Tiene sentido, si bien se mira. El flujo natural de las cosas es hacia abajo, no hacia arriba. Será mucho más eficiente un buen laxante que tres supositorios y una lavativa. Y mucho menos doloroso si el taponamiento ha venido acompañado de esa manifestación cruenta de la insoportable levedad del ser que son las almorranas.

Tómese un comprimido de Daflon (500 g) durante dos ó tres días, con las dos comidas principales y un sobre de Duphalac (15 ml) diluído en agua tres veces al día, y mande la lavativa a freir gárgaras. Si lo hace con receta médica, mejor que mejor.

2 comentarios

Eva -

Buenos días,

Perdona que te escriba de forma pública pero no he encontrado otra forma de contactar contigo. Me gustaría que colaboráramos mutuamente intercambiando enlaces ya que tu blog trata de la misma temática que mi página.

Si estás interesado escríbeme a eva.paz.soto@gmail.com

Un saludo,

Eva

Anonimo -

Eres muy ingenioso escribiendo, te felicito