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Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Instrucciones para emergencias

Protocolos de actuación, medidas de seguridad e incluso instrucciones de funcionamiento son primos hermanos pertenecientes a una misma familia de intenciones. Por desgracia, su tronco común no es generalmente otro que el salir del paso, cubrir un trámite, rellenar un expediente.

Pocas son las instrucciones de funcionamiento que corresponden exactamente al aparato en cuestión que acabamos de desembalar de la caja con la que se nos ha ofrecido en el mercado. Han variado, por ejemplo, puntos de conexión, disposición de los mandos, modificado las concretas funciones de algunas teclas.

Todo ello, además, sin contar con el lenguaje a veces ininteligible con el que se expresan algunas de las características o las formas de activarlas, traducidas desde otras lenguas por apresurados, inexpertos o incapaces conversores de idiomas, tal vez incluso desprovistos de cerebro humano.

Los protocolos de funcionamiento en caso de emergencia no están exentos de parecidas o idénticas deficiencias y carencias.

Los ensayos de actuación no ayudan, en general, a eliminarlas, sino a convivir con ellas. Recuerdo bien -porque, aunque yo ya no trabajo allí, siguen ocupadas las oficinas- una prueba de evacuación en caso de emergencia por fuego en el que, a los que teníamos los despachos por encima de un determinado piso, al que se nos ilustraba, no alcanzaban las escalas de bomberos, deberíamos subir a la azotea, en donde, se nos expresaba, seríamos recogidos por helicópteros que...no habían sido llamados, porque no había en número suficiente.

La desgracia acaecida en la macrofiesta del 1 de noviembre -convertida para, al menos media docena de familias, en macrodesgracia- que se convocó en el Madrid Arena, reuniendo más de 10.000 personas, viene a demostrar, reiteradamente, que no aprendemos. Los seres humanos -no solo los españoles: todos- no aprendemos.

El juez decano de Madrid, que reconoció que una de sus hijas estaba en la fiesta, explicaba -tampoco alcanzo a evaluar muy bien con qué exacta intención y consecuencias, a posteriori de los hechos-, repitiendo lo que ella le había trasladado, que había cuatro personas por metro cuadrado en la zona baja del gran estadio, por lo que era imposible moverse en él.

El estallido de una o varias bengalas, cuando las puertas de acceso -y, por tanto, de salida- al local estaban cerradas no podía provocar más que una estampida incontrolable, de una multitud que solo podía moverse utilizando la fuerza en la que los más débiles -adolescentes, niñas- tenían las cartas de perdedores.

Veo, por aquí y por allá, extintores tras ventanas de cristal que "solo deben abrirse en casos de emergencia", en los que faltan las llaves, los martillos que teóricamente debieran servir para romperlas...incluso, en alguna ocasión, los propios extintores.

Repaso instrucciones de funcionamiento ininteligibles, incluso para los mejor intencionados ingenieros. Encuentro en mi paso por instalaciones que han merecido, al parecer, el nihil obstat, salidas de emergencia tapadas por cajas, bloqueadas con candados, señales colocadas al revés o dirigidas hacia el cielo o el suelo; y, a veces, salones subterráneos sin otra salida que una angosta escalera.

Podemos preocuparnos muchísimo por lo que los japoneses o los norteamericanos harán cuando un ciclón les azote o un tsunami inunde sus instalaciones más preciadas, despreciando indolentemente que no nos afectarán a nosotros, situados en zona sin riesgo sísmico y lejos de todo mar (lo que, por supuesto, tampoco es cierto en todos los casos).

Pero nos afectarán otros fallos de seguridad y otras eventualidades que, con rigor y conocimiento, nos es imprescindible analizar, antes de que la realidad se presente, sin tiempo para reaccionar, no para que le abramos la puerta, sino para forzarla de un puntapié.

 

 

 

2 comentarios

Angel Arias -

Me hago, Luis, también las mismas preguntas. Y aventuro las posibles respuestas: se tardarán, probablemente, más de 20 minutos en rescatar a una persona: si el fuego avanza, a muchas no les quedará más opción que morir en llamas o arrojarse al vacío (preferible lo último). Y sí, creo que los que diseñan y autorizan vistosos rascacielos saben bien que no tienen las medidas de seguridad precisan, pero confían en que jamás se producirá un accidente. Después, los expertos emitirán informes y los responsables públicos extraerán consecuencias que, al poco tiempo, serán olvidadas sin llegar a ponerlas en práctica.

Luis T. -

Buenas noches,

creo haber oido que en las "cuatro torres" no es posible la evacuación en helicóptero de las personas de las plantas altas, pues no es posible que se posen, por lo que deberían ser evacuados de 1 en 1.

¿cuanto tiempo se tarda en rescatar a una persona?
¿cuantas personas deberían ser evacuadas a partir de la planta en la que no llegan las escalas?

¿alguien se ha planteado esto antes de diseñar y autorizar la zona alta sin la posibilidad que haya un helipuerto? ¿o solo se ha pensado en la estética?.

Saludos,