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Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Emprendedores, no ludópatas

Mientras algunos de los descontentos del funcionamiento del estado social y de derecho se manifiestan en donde más llaman la atención y, a ser posible, donde más daño hacen, en las catacumbas de la economía quiero imaginar -porque me resisto a dejarme llevar por el desánimo- que algunos cientos de personas -ojalá miles, porque seguramente necesitemos millones- se esfuerzan en encontrar posibilidades de empezar una empresa.

Exteriormente, no se diferencian en nada de los que han salido a las calles para cercar el Congreso de los diputados, exigir que no se les quite la paga extra, defender con palabras de manual que no se reduzcan las prestaciones a los parados o criticar al gobierno por incompetencia manifiesta o presunta, etc.

Tienen parecidas caras a los que se declaran en huelga intermitente como trabajadores encargados del transporte suburbano, y podrían pilotar aviones, dar clases de termodinámica, sacar hulla de un agujero en la tierra o soldar chapas de acero en forma de quilla de barco si tal fuera su formación o empleo.

Pero, por dentro, su actitud es distinta. Son emprendedores. Ven oportunidades, donde otros se obcecan en presentar las dificultades. No, claro está, en todas partes ven un camino; solo en lo que conocen mejor, en lo que han analizado más.

Lo que no son es ludópatas. No les gusta el riesgo por el riesgo, apostar veinte porque a lo mejor tienen suerte y reciben doscientos. Por eso, necesitan que las reglas estén claras. Por deformación socioeconómica, se suele hablar de "las reglas de juego". Pero no están jugando, ni quieren jugar para probar fortuna.

Están dispuestos a poner todo su tiempo, su capacidad de trabajo, su experiencia, sus ganas, para crear una opción de éxito allí donde la mayoría pasarían muchas veces sin ver otra cosa que un desierto.

¿Qué tenemos los demás para ofrecerles? ¿Nuestras legítimas reivindicaciones?

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