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Al Socaire de El blog de Angel Arias

El derecho a la propiedad de ciertos pecios

En 1804 un barco de guerra británico hizo saltar por los aires la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes, que traía un precioso cargamento de oro y plata (500.000 monedas acñadas en Lima el año anterior) a la metrópoli.

Los cuerpos de 249 tripulantes y el tesoro transportado -el "pecio" (1)- permanecieron sumergidos en algún lugar del gofo de Cádiz, hasta que en mayo de 2007 los restos del barco fueron descubiertos por expertos submarinistas de la empresa Odyssey Marine Exploration, y, con truco de escapismo incluído, llevados a Estados Unidos.

El Estado español inició un largo y complejo litigio, reclamando la propiedad del cargaemnto, valorado en aproximadamente 500 millones de dólares- derecho que le fue, finalmente, reconocido por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. La argumentación española se centró en defender que el tesoro era propiedad militar.

Es posible, sin embargo, que la cuestión litigiosa no termine ahí, pues Perú y otros países de las antiguas colonias españolas pretenden reclamar su parte en el tesoro, argumentando que son los legítimos propietarios, pues sus minas metálicas fueron saqueadas por los españoles mientras estuvieron bajo su dominación.

Esa pretensión se ve contrabalanceada con la renuncia tácita de los independentistas que no expresaron, en su momento ni hasta ahora, ninguna intención de reclamar formalmente cualquier tipo de compensación por los productos extraídos a raiz de la conquista -al contrario, los documentos en los que se concedió la independencia parece que expresan la renuncia a cualquier derecho que pudieran ejercitar contra España-, además de plantear el problema de la legitimación para hacerlo, ya que los libertadores no fueron los indígenas, sino españoles rebeldes contra el poder central.

También se están movilizando los herederos de los ciudadanos particulares que habían confiado sus bienes a la fragata, para ser transportados a España, y que se consideran con derecho a este botín, aflorado a la luz de las apetencias mundanas.

La cuestión tiene, pues, múltiples facetas y un interesante valor jurídico, en el marco del derecho internacional. Incluso, la decisión de los tribunales estadounidenses se dice que ha sido condicionada por pactos extrajudiciales entre los Estados español, norteamericano y peruano, que supondrían determinadas contraprestaciones y la promesa de redistribución del tesoro -invendible a tenor de acuerdos internacionales igualmente discutibles- entre los Museos de todos ellos.

Para completar el panorama -al menos, desde la posición de los sentimientos encontrados de quienes creen tener alguna opción-, incluso se sospecha que el Reino Unido, con el que la empresa Odissey mantiene buenas relaciones, podría reclamar que el barco es "botín de guerra", aunque esta posición tiene el punto débil de que España e Inglaterra (2) no estaban en conflicto cuando el navío fue hundido (la batalla de Trafalgar se originó justamente por este ataque).

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(1) La definición de la Unesco recoge que "un pecio no sólo es un cargamento, sino también los restos de un navío, de su tripulación, de sus pasajeros y de las vidas (?) de los mismos".

(2)  Los ingleses, como es sabido, fueron bastante dados a la piratería de primero o segundo nivel -según se mire-, aprovechándose por su superior fuerza naval de los resultados de ataques a los muchos envíos de ricos materiales que proenían de las expoliadas Indias. Está documentado, por ejemplo, que el galeón san José, fue cañoneado y hundido con unos 11 millones de monedas áureas (de valro estimado en 3.700 millones de euros, así por lo alto). Otra empresa busca-tesoros, la Sea Search Armada, lo encontró en 1982, pero no se ha aanzado en la extracción, ante el conflicto generado entre España y Colombia, respecto a quién es el deño. En este caso, la busca-pecios se contentaría, parece, con la mitad de lo qeu consiga extraer con sus sofisticados métodos, pero antes de aflorarlo quiere tener claro  qué pais es el competente para negociar el reparto.

Y esto es solo un anticipo de lo que se avecina.

 

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