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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ubi sunt?

Al escuchar a la vicepresidenta del Gobierno de España, Soraya Saenz de Santamaría (y Dios nos coja confesados), expresando que había que aclarar el caos de las cuentas municipales, según lo acordado en el Consejo de Ministros del 24 de febrero de 2012, me vinieron a la cabeza aquellos versos que dedicó Jorge Manrique a la muerte de su padre, y que a los niños de mi generación nos hacían aprender de memoria:

"¿Qué se hizo aquel trovar/ las músicas acordadas que tañían?/¿Qué se hizo aquel danzar/ aquellas ropas chapadas/que traían?"

La oía decir que "las administraciones municipales deberán presentar al Ministerio de Hacienda el listado de sus facturas pendientes de pago" y en mi cerebro resonaba, en versión libre: "¿Qué fue de tanta invención como trajeron?"

Nadie parecía moverse en la sala de Prensa; por la tarde, estuve atento a lo que imaginaba un vendaval de protestas de todos los ayuntamientos españoles, tan duramente vejados por esa crítica acerva hacia el trabajo de interventores, alcaldes, concejales, y secretarios municipales. 

También me preguntaba acerca del objetivo de unas palabras pronunciadas en foro de tanta repercusión pública y que, más que servir para tranquilizar a clientes y mercados, ponían el dedo en el ojo, sacando aún más sangre, del descontrol con el que, ya consagrado como verdad oficial, hemos tenido sumida la cosa pública en estos años de bienestar, músicas y danzas.

No hubo nada, no pasó nada. Como si viniera del más allá, o revoloteara como una paloma angélica por encima de la inmundicia de los demás, como si no hubiera habido más culpables que los otros, Saenz de Santamaría adoctrinaba, inflexible: "Con esta medida, el Gobierno trata de poner orden y saber lo que hay, para que una vez se conozca la deuda", tomar las decisiones oportunas.

Lo voy a traducir al lenguaje más simple que conozco: Ante la incapacidad de todas las Administraciones públicas para cumplir con sus obligaciones de pago, derivada del incumplimiento de sus cometidos constitucionales en el pasado, y ante su irregular gestión de los dineros públicos, el nuevo Gobierno, en posesión de la verdad dogmática y en uso de sus facultades superiores, les sustrae la capacidad de decisión y expone a sus gestores al escarnio.

Repaso mis conocimientos sobre la Constitución y me pellizco. ¿Tener la mayoría en el Congreso y ser el primero de la clase autoriza a poner patas arriba todo lo que han hecho los demás? ¿Lo que se destruya ahora, se recuperará algún día? ¿Todo se ha hecho mal y hay que demoler para construir? ¿Estaré soñando en otro país, he vivido en otra época?

Ubi sunt qui ante nos in hoc mundo fuere?

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