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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Historias de tigres y gacelas (4)

Historias de tigres y gacelas (4)

Dentro de la sección "Profesionales con marca propia" del IV Congreso Internacional de Excelencia, al que vengo dedicando ya varios Comentarios en este blog, intervino Luis Huete, profesor del IESE, que nos ofreció una especie de decálogo -no se si para triunfar en la vida o para llegar a ser docente en un Instituto de Empresa. ("El máster que hice en el IESE fue un antes y un después", expresó el conferenciante, de forma incuestionablemente publicitaria).

Los diez mandamientos de Huete, expuestos de forma esquemática, son: 1) Combinar ganas (80%) e inteligencia (20%); 2) cuidar la alimentación y la salud; 3) No estar preocupado por los recursos propios; 4) elegir un buen mentor; 5) saber sintetizar; 6) dedicarse a actividades que se retroalimenten; 7) no ser arrogante ("la arrogancia y la ignorancia hacen mal cóctel"); 8) reinventarse cada 7 años; 9) trabajar el subconsciente, ...por ejemplo, con asistencia anual a seminarios; 10) practicar la estrategia pull y no la push.

Estos diez mandamientos podrían resumirse en uno solo: "be the solution", y su fórmula filosofal la aplica Huete a dos colectivos concretos; los empresarios deberían pensar más en temas sociales, y las ongs deberían preocuparse de ser más empresariales. Campo Vidal, en su papel de extraer titulares después de cada intervención, añadió un tercer componente al cóctel maléfico: "arrogancia, ignorancia y vagancia" conducen al desastre.

Era evidente en aquellos momentos de la mañana del 8 de febrero de 2012 que, de existir culpa de una situación complicada, el prügelknabe (1) iba a estar entre el auditorio.

 

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(1) Prügelknabe es la expresión alemana para designar al cabeza de turco, es decir, al buco emisario, al niño recogetortas de las escuelas.

Esopo tiene una fábula estupenda sobre la importancia del aprendizaje que, como hace tiempo que no se enseña en las escuelas, no me resisto a recoger aqui: " El león, la zorra y el asno formaron una sociedad para cazar. Al final del día, el león pidió al asno que repartiera el botín y, obediente, éste hizo tres partes iguales. Indignado, el león se abalanzó sobre el asno y lo devoró. A continuación, el león solicitó de la zorra que repartiera entre ambos. La zorra hizo un montón con prácticamente toda la caza, dejando solamente unos despojos para el otro, e invitó al león a que escogiera el que más le gustase. El león, encantado, escogió el mayor y le preguntó a la zorra quién le había enseñado a repartir de forma tan acertada: "El asno, señor", dijo la zorra.

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