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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Actividades generadoras de empleo (2)

Si el lector ha seguido mis razonamientos anteriores, convendrá conmigo -mejor dicho, con la Historia- que las prestaciones de servicios, o servidumbres- han sido siempre los genuinos distribuidores de los medios necesarios para sobrevivir, especialmente imprescindibles para la subsistencia de los menos favorecidos de la sociedad, que ven su trabajo recompensado tanto por la vía de salarios (mínimos) como, en parte o todo, mediante pagos en especie.

Debemos ser conscientes que la situación ha cambiado brutalmente, y al mismo tiempo que hay trabajos que hoy se consideran -por exigencias del guión de la sociedad del bienestar- denigrantes, desagradables, insoportablemente molestos o increíblemente peligrosos para la remuneración que se ofrece por ello, se ha ido elevando el número de personas con conocimientos en ciertas tecnologías o métodos, que, con unos estudios bastante rudimentarios, pueden prestar servicios que se juzgan mucho más cómodos, aunque, por el exceso de oferta laboral, han pasado a ser escasamente remunerados, después de un boom inicial.

Me refiero a peluqueros, esteticistas, "informáticos" (en realidad, conocedores de programas específicos que saben usar pero no siempre conocen para qué sirven), mecánicos, dependientes de grandes almacenes, secretarios de alta dirección (porque pueden acreditar dos estancias de verano en Inglaterra o Estados Unidos trabajando en una hamburgúesería), etc.

Se enfadarán, sin duda, pero voy a colocar aquí a una parte importante de los funcionarios de las Administraciones públicas, con puestos generados desde la locura descentralizadora, aupados a ellos por ganar oposiciones preparadas por "agencias especializadas", que les garantizaban prácticamente el éxito solo con saberse de memoria un par de decenas de cuartillas, incluída la fórmula para marcar con crucecitas las respuestas correctas a preguntas supuestamente ingeniosas y que, no pocas veces también, resultan ininteligibles para los auténticos expertos.

La modificación del panorama tecnológico ha puesto el énfasis en ciertos conocimientos que, desde hace menos de cinco años, han pasado a ocupar la primera línea de las ofertas laborales, que, en no pocas ocasiones, resultan ininteligibles para formados en los centros tradicionales o sorprenden, porque correspondían a titulaciones antes poco valoradas.

Por ejemplo: a) expertos en el entorno de redes (diseñador de interfase, analista de sistemas, etc.); b) titulados con formación en el análisis de comportamientos (sicología, sociología, etc.) c) capacidades demostrables en la gestión de información (matemáticos, físicos, antropólogos, ingenieros, etc.); expertos en sectores vinculados al uso de la tecnología digital (creadores y mantenedores de webs, prospectores y consejeros de negocios digitales, venta telemática, etc.)

Las carreras universitarias no forman para la mayoría de estos puestos de trabajo, incluso aunque los centros oficiales otorguen un título que, por su dicción, parecería encajar. En unas, porque la especialización ha crecido y se siguen programas obsoletos, demasiado amplios, impartidos por profesores que están desconectados de la economía real. En otras, porque los contenidos se han fantaseado para ofrecer la apariencia de un título de tercer nivel, cuando la formación que se adquiere en ellas tiene más de fantasía teórica que de práctica útil.

(continuará)

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