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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el síndrome del rescate y la gloria del minero

Empezamos por el final: los 33 mineros atrapados a 700 m de profundidad en una mina de cobre en Atacama, Chile, han sido izados a la superficie, después de una operación de rescate que duró dos meses y medio (del 5 de agosto al 13 de octubre de 2010).

La historia está escrita con el guión de aquellas películas de suspense que llamamos "del Oeste" -cuando no sabíamos mucho de los signos cardinales- en la que la amenaza de la muerte gravitaba sobre los buenos, porque se les habían acabado las municiones y estaban rodeados de enemigos.

Si recordamos el cuento, por un lado estaban los incuestionables protagonistas, reconocibles por su rostro agradable, a los que se habían atribuído nombres y de los que conocíamos algo de su historia pasada, elementos todos ellos que despertaban nuestra simpatía, y con los que nos identificábamos, sintiendo, con ellos, angustia, compasión y dolor.

Por otro lado estaba la amenaza, que entendíamos como propia del espectador, que consistía en hordas de enemigos sin identidad individual, deshumanizados y de los que solo se resaltaba su crueldad. Todo parecía perdido hasta que llegaba el ejército de salvación, anunciado con cornetines y banderolas.

Los atrapados de entonces eran fundamentalmente mujeres y niños, refugiados detrás de un  precario parapeto que defendían cuatro esforzados, posiblemente heridos. La aparición de la agrupación mítica, el séptimo de caballería, suponía la liberación y el final de la película.

Muchos de estos elementos se encuentran en esta historia real, y por ello, es normal que se nos amenace con llevarla al cine, para que los rostros de los mineros y de sus salvadores sean de actores bellos y rudos, y no los ennegrecidos, desgreñados e incluso, por lo que se nos ha dicho, parcialmente desdentados, de los protagonistas reales.

Parece que será el actor de moda latino, Javier Angel Encinas Bardem, el que asumirá el liderazgo del nuevo relato corregido y solo cabe esperar que no sea Woody Allen el guionista que nos introduzca la moralina de la historia.

La mala de la historia será la madre Tierra, siempre dispuesta a fagocitar a sus hijos como Laocoonte y, por supuesto, los empresarios ávidos del dólar, indolentes y crueles.

Pero lo que no debe minusvalorarse en la historia real es la intervención del ejercito de salvación: el equipo de técnicos que hizo posible el rescate, y que este se llevara a termino sin riesgos para los mineros. Y, dentro de ese grupo, habrá que hacer distinción especial a los seis especialistas que descendieron al fondo del misterio, para acompañar a los rescatados, transquilizarlos, y probar el invento de la cápsula extractrora.

A esos ingenieros, geólogos, sicólogos, a todos esos técnicos prácticamente anónimos, dedicamos, con todo afecto, con toda admiración y respeto, este Comentario.

He aquí algunos de sus nombres: Gerardo Gofret, ingeniero de minas de Codelco, que supervisó las operaciones de rescate; André Sougarret, ingeniero de minas responsable del operativo de salvamento; Ovidio Rodríguez, que encabezó el equipo de rescate, junto a Miguel Fort, ambos ingenieros de minas de las brigadas; Jean Romagnoli, médico y preparador físico de los mineros; Alberto Iturra, sociólogo al frente del equipo médico; René Aguilar, coordinador de la perforación, y que dirigió también el operativo concreto de la jaula y los rescatistas (o rescatadores). Y lamentamos no conocer el nombre de los bomberos, sanitarios y resto de geólogos e ingenieros que participaron, jugándose el prestigio, trabajando día y noche, porque los 33 mineros salieran, como héroes por haber sobrevivido, sanos y salvos, a la superficie.

(Y permita el lector, también una nota personal del Administrador de este blog: el día 13 de octubre de 2010, en el programa de TV 24 horas, el ingeniero de minas español José Carrasco, catedrático de la Escuela de Minas de Madrid, explicó, con calor, devoción y conocimientos técnicos algunos aspectos del rescate, acertando a poner el énfasis en donde se encuentra la base del mérito y del éxito de la operación: la buena técnica minera)

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