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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el premio a Liu Xiaobo como mensaje a Wen Jiabao

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¡Felicidades, Liu Xiaobo!

Liu Xiaobo ("Ola del Amanecer") es un pobre diablo encarcelado en China -¡por once años!-, porque tuvo la valentía de protestar contra la matanza de estudiantes que tuvo lugar en Tiananmen, en 1989, cuando allí no había democracia.

El profesor Xiaobo enseñaba chino desde su cátedra hasta que se manifestó en apoyo de lo que pedían los revoltosos de Tiananmen, y los apoyó con declaraciones públicas y escritos.

Fue destituído, y encarcelado por primera vez, para que meditara sobre las ventajas de acomodarse al régimen imperante, pero, cuando volvió a la luz, siguió trabajando a favor de que se hiciera la luz para todo el mundo, y toda China saliera de la caverna en la que le habían metido los intérpretes de chicha y nabo de un libro de filosofía que se llamó el Libro Rojo, y que ni siquiera entendió su propio autor, sino solo los chavales que lo leían desde Europa en el 68 como si fuera un misal.

El colmo de Xiabo fue cuando creó el movimiento Charter 08 y concibió un manifiesto, en diciembre de 2008, que le convertiría en el blanco preferido de todos los disparos oficiales a favor del nonosmoverán. Reclamaba Xiabo lo imposible: reformas políticas que movieran la dictadura hacia la democracia, y, ya puestos, el fin del partido único, amén de la garantía de los derechos de libertad de expresión e independencia judicial.

Tenía motivos, además de los éticos y políticos, los surgidos del calendario para publicar el manifiesto. Fuera de allí, en el mismo entonces se celebraba el 60 aniversario de la declaración de derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas.

La respuesta fue contundente. El gobierno de Beijing envió la policía a casa de Xiaobo y lo encarceló, sin juicio de ningún tipo, haciéndolo desaparecer del mapa por seis meses. Después, le haría juicio, y no fue mejor: once años le cayeron encima de las espaldas al disconforme con el régimen.

Y es que han cambiado bastante las cosas para ese inmenso país, pero el régimen politburo comunista no tolera críticas, ni disidencias, ni que alguien lleve el paso cambiado de la formación militar que se acompasa desde arriba.

Por eso, aunque sus dirigentes se dan abrazos con los líderes occidentales, -porque China se ha consolidado como el gran mercado para los excedentes de producción y tecnología del desarrollo, y asombra al mundo con su capacidad de organizar espectáculos y tragarse artilugios made in fuera de China-, resulta que se sigue llamando subversivo al que piensa diferente.

La defensa de los "derechos humanos" (el derecho a discrepar, la libertad de elegir la propia ideología, el acusar de despropósito una actuación represora contra los que se manifiestan por un cambio) es tenida para el gobierno comunista como un acto de terrorismo que debe ser castigado con la cárcel.

A Liu Xiaobo Le han concedido el premio Nobel de la Paz de 2010, por decisión irresponsable de un grupo de intelectuales y políticos, bajo la presidencia del rey de Suecia.

Todo el mundo sabe ya que a Liu Xiaobo le han dado el premio Nobel de la Paz, menos el propio Liu Xiaobo. Su mujer que lo visitará hoy, 10 de octubre, cuenta con que le dejarán comunicárselo, lo que, posiblemente, le pondrá contento.

A quien estamos seguros de conocer cómo le ha sentado el asunto (a cuerno quemado) es a Wen Jiabao, (溫家寶, Valiente impetuoso), el  premier de ese país falso-demócrata que es China y que, si las cosas siguen al ritmo que van, en un par de décadas -o, a lo mejor, ni siquiera dos, le bastará con una- será la economía líder del planeta.

Una de dos: o los herederos de Mao nos cogen confesados de espantos y nos acomodamos a lo que nos prescriban, o la gente como Liu Xiabo se hace con las riendas del poder en estas próximas décadas.

Así que, además de inyectar moral bajo la forma de mensajitos desde nuestra plataforma de civilización democrática, como es este de la concesión del Premio Nobel a un intelectual que está en la cárcel, habrá que idear otros procedimientos más contundentes.

Y todo ello, sin olvidar la valoración que nos merecen estas cosas del Nobel por acá, pues el profesor chino encarcelado, ganó el galardón en un pulso al que desde aquí muchos presentaron como candidato al juez Garzón -procesado por sus colegas, por haber, presuntamente, cobrado unos dineritos de más-, y el año antes, cuando también estuvo propuesto, lo había perdido ante el recién deshornado presidente Barak Obama, que no se lo merecía ni entonces ni ahora, aunque no le negamos otros méritos.

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