Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la planificación de la vida que nos queda

Posiblemente la felicidad tiene que ver con la concreción de las expectativas personales a lo que es factible.

Si desde niños somos educados a fijarnos metas altas, la frustración nos estará acechando. Pocos serán los elegidos y la comparación con los logros de otros, más ineptos o peor formados (siempre en apreciación subjetiva), nos hará pensar en la inutilidad del esfuerzo propio y provocará desilusiones que habrá que vencer.

Una cuestión relacionada, aunque indirectamente, tiene que ver con la actitud de quienes creen que van a vivir eternamente. Con cincuenta años, se comportan igual que si tuvieran veinte, y se entregan con la misma ilusión a nuevas aventuras.

No estamos criticando tal comportamiento, en absoluto. Negar la evidencia de que la vida es finita, de que las fuerzas se acaban, y de que lo que iniciemos en la tercera edad es probable que no podamos terminarlo o no lleguemos a disfrutarlo, puede ser una forma de autoengaño, pero también puede constituir -y ojalá sea el caso- una manera de mantenerse activo, útil, eficaz.

Morirse con las botas puestas -como reza el dicho- es un objetivo muy loable.

0 comentarios