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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la gradación de los delitos y las penas

"Tiene delito" se suele decir, en plan coloquial, de alguien que está realizando una actuación que nos disgusta. Puede ser porque haya dejado a su padre enfermo en un asilo, se nos haya adelantado para pedir las vacaciones del verano, o se haya quedado con el trozo mayor del pastel de cumpleaños.

Evidentemente, aunque alguna de las situaciones que podemos imaginar -de ese tenor- merezcan algún reproche moral, lo más problable es que no sean delito, esto es, tengan la tipificación jurídica recogida en el correspondiente Código penal.

Los estudiosos del Derecho Penal comparado tienen garantizado una tarea permanente, porque cada país tiene sus reglas y, su concepto de gradación de los delitos y, consecuentemente, variables son las penas que se aplicarían a los convictos, después de un juicio "justo" -en casos dramáticos, incluso a los simples sospechosos, por linchamiento popular-.

Algo parece muy seguro, a la vista del comportamiento de las gentes: el delito es mucho más grave si se sufre, como víctima, en las propias carnes.

Basta escuchar a los afectados, en caliente, sobre lo que les gustaría hacer con el sujeto delincuente, independiente de su posición de anónimo o conocido, y ya sea sospechoso, presunto, encausado o convicto. No solo a los afectados, sino incluso a los que pasaban por allí.

La imaginación de los improvisados jueces suele concretarse en que "había que matarlos a todos", o "debería hacerse con él lo que ha hecho con la chica", o "es necesario darles un buen escarmiento", y sugerencias de ese tenor.

No parece, pues, que la regeneración del delincuente sea preocupación popular, superada por el deseo de venganza, o de satifacción "espiritual" del daño con pruducción de daño equivalente (o mayor) al que lo produjo. La Ley del Talion tiene, por supuesto, arraigo profundo en la naturaleza humana.

Pero no vayamos a casos extremos para justificar la reflexión, que es elemental y bien conocida de los juristas especializados: los delitos y las penas tienen una gradación que es coyuntural en las sociedades. Hay momentos en los que preocupan más los delitos económicos, en otros, los sexuales.

En las penas, aunque reconociéndose a algunos delitos el máximo nivel de gravedad, otros han ascendido a idéntica posición como invitados ocasionales.

¿Es lo mismo matar a un semejante que cometer adulterio?. ¿Resulta equiparable apropiarse de un sujetador en un supermercado que conseguir un dinero equivalente amenazando de muerte a un anciano en la calle? ¿Merece el mismo reproche penal el empresario que entrega un sobre con dinero a un funcionario para conseguir medio punto más en un concurso, y con ello garantizará el mantenimiento de su empresa, que quien lo recibe para su propio disfrute?.... 

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