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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre arreglos, trampas y soluciones

La Presidenta de la Comunidad de Madrid, que celebraba el 2 de mayo, una vez más, el levantamiento de unos no muy bien informados madrileños contra los franceses que dirigía Napoleón, ha dicho que la corrupción es consustancial a la política.

Es, desde luego, una frase con porvenir, de raigambre histórica, y proporciona, de forma gratuita, una de las claves del edificio precario en el que se acomoda la vida pública. No hay que interpretarla de forma sesgada: Política y corrupción no son idénticos. No. Lo que indica Esperanza Aguirre es que la segunda forma parte indisociable de la primera.

No se puede  imaginar a un banquero diciendo algo parecido de la Banca. La corrupción no forma parte del imaginario del sistema bancario. Jamás. Por definición. Tampoco puede suponerse que forme parte del deporte rey por estos lares, el fútbol. Ni hablar.

Ni Botín, los Rodríguez Iriarte, Francisco Paco González, ni Pellegrini, Ronaldo, Messi o Clemente dirán jamás una frase así. Ellos se mueven en otras intenciones, tienen un público entregado. Nadie pone en duda su honestidad ni ponen en duda la de sus compañeros de viaje.

Pase lo que pase.

Podría pensarse en que la razón está en que no tiene sentido que gentes que ganan al año de 4 a 20 millones de euros caigan en las tentaciones de la corrupción. Para qué molestarse en arañar unas decenas de miles de euros, si tu salario representa 400 o 2.000 veces el del resto de los mortales.

No hay corrupción en los estados mayores de la Banca y del Fútbol, ni en los cuarteles centrales de las Grandes Empresas. Por definición. Nunca sabremos si lo que hace tan eficaces en lo suyo a banqueros, bancarios, futbolistas y entrenadores de élite,  es el dinero que reciben por su trabajo, o está más bien relacionado con la cara de tonto con la que admiramos sus hazañas.

Siendo campos tan dispares, no parecería razonable que un entrenador deportivo con éxito o un presidente de un club de fútbol de categoría puedan ser reputados como idóneos presidentes de Gobierno. Sin embargo, los sectores se interelacionan cada vez más, y hay bancarios que fueron políticos y que han vuelto a ser bancarios, y viceversa; y hay presidentes de club que hacen política y presidentes de partidos políticos, y de autonomías, y hasta de Congresos de diputados, que crean empresas para ellos o sus cónyuges y tienen la suerte de hacer mucho dinero con ellas.

Seguramente lo que es consustancial a la política, al fútbol, a la Banca y a la Gran Empresa es el escaso control que realizamos todos los demás -los que no pertenecemos a ninguno de estos estamentos- sobre el trabajo que realizan los dirigentes de estos sectores. Porque se puede sospechar que soportamos sus altos salarios -que todos vienen de nuestros bolsillos- por el placer de que nos metan un gol. Uno tras otro.

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