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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el triángulo virtuoso de la energía geotérmica

El Presidente del IIE (Instituto de Ingeniería de España), Manuel Acero,  pronunció las palabras de inauguración de una Jornada sobre Los acuíferos y las energías alternativas" que organizó TIASA (esforzadamente dirigida por Vicente Lara). Tuvo que marcharse rápidamente porque, expresó, estaba escribiendo una carta al Presidente del Gobierno (Rodríguez Zapatero), anunciando el propósito de convocar una manifestación masiva de la ingeniería, si se persistía en no hacer caso -es decir, hacer caso omiso, como quedó patente en la plasmación de ese monstruo jurídico que es la Ley Omnibus-, a las justas reivindicaciones de los Colegios profesionales en relación con el mantenimiento obligatoria de la colegiación y del visado.

Todo encaja, en realidad, en el desconcierto progresivo all que la falta de verdadera democracia parcipativa ha llevado a este país. En otros comentarios, ya nos hemos referido al escaso encaje que tienen las posiciones técnicas en los planteamientos coyuntarilistas que hacen los políticos, preocupados por los votos y el qué dirán, en lugar de concentrarse en hacer las cosas bien, pensar en el futuro, escuchar a los que más saben y anteponer la ética al carpe diem.

Viene esto a cuento porque, en el interesante debate sobre la promoción de las llamadas energías alternativas, se entremezclan, sin que tengan igual peso, tres elementos sustanciales: el marco geográfico, las disponibilidades técnicas y financieras de las empresas y la adecuada selección de los lugares idóneos para, con el menor coste colectivo, conseguir el aprovechamiento de las fuentes energéticas.

El caso de la energía geotérmica es paradigmático. Disponible en cualquier lugar (la temperatura de la Tierra sube 3ºC cada cien metros que se profundice, cualquiera que sea el lugar que se considere), existen tecnologías suficientes en este momento para aprovechar, empleando de forma eficiente los ciclos de Rankine y de Carnot, para implantar un modelo que combine necesidades de frío o calentamiento, con una bomba de calor y un circuito de circulación para el medio que actúe de transporte y que, como el agua, pueda someterse a cambios controlados de fase líquido-vapor.

Ah, pero el problema no es ése. La técnica tiene soluciones para casi todo, si se le dota de medios suficientes para la investigación, se permite que los especialistas trabajen en la perfección de los métodos, y se les proporciona del apoyo financiero suficiente. El problema central es el de la eficiencia en el empleo de los recursos y el establecimiento de un marco que proporcione la adecuada seguridad jurídica a las inversiones.

Como las energías alternativas necesitan ser subvencionadas a los precios actuales de mercado, el empleo de los recursos de todos -ambientales y económicos-, obliga a una transparencia múltiple: en la indicación de los lugares más adecuados, el compromiso de eficiencia de las empresas que estén trabajando en el sector, y el control público y la perfección del marco legislativo en el que se han de mover los proyectos.

Existen los rudimentos para poner en pie ese triángulo virtuoso, pero las inseguridades e indeterminaciones dominan el campo. Como siempre que no se ha dado la importancia adecuada a todos los elementos, se está beneficiando -o se corre el riesgo de hacerlo- a la aparición de desajustes importantes en la tema de decisiones que, vendidas como logros políticos, se convertirán (o se pueden convertir) en servidumbres para el fufuro.

En el caso concreto del aprovechamiento de la energía geotérmica profunda, en sistemas de los llamados abiertos, la problemática cobra todo su vigor. Existen, como es sabido, zonas de mayor deterioro geológico -fallas, por ejemplo- en las que existe mayor temperatura. Para la explotación industrial, son especialmente apetecibles, si se combinan con la existencia cercana de un acuífero. Problema: en los sistemas abiertos, se produce la contaminación térmica y cualitativa, además de la pérdida por evaporación del líquido.

Es necesario clarificar, desde la posición de la Administración, los perímetros de protección (distinguiendo entre loas zonas para las que debería impedir cualquier aprovechamiento del acuífero para apoyar el uso de los recursos geotérmicos, porque el agua debe ser reservada para su uso como recurso de boca, para ingesta humana, de las que, en un marco de concesión clara y control permanente, pueden ser utilizadas para usos energéticos e industriales o agrícolas, y, en fin, aquellos de utilización libre, porque no afectan ni afectarán a acuíferos susceptibles de otros usos, o ya irreversiblemente contaminados).

Un marco jurídico claro, elaborado con profundidad y claridad, ha de permitir a las empresas tecnológicamente capaces, elegir las ubicaciones idóneas para sus instalaciones. Y a nosotros, los ciudadanos, conocer dónde se va el dinero, qué se hace con él, y para qué; porque, no lo olvidemos, las energías alternativas están subvencionadas (y así seguirán), y aunque todos somos ecologistas (no solo los que cobran por estar En Acción), algunos somos, además, técnicos, y, ya puestos a presumir, sabemos algo de economía y derecho.

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