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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el principio Potosí y la apropiación originaria

La razón por la que unos individuos se apropian de la que, hasta entonces, era propiedad común, es el elemento clave del análisis sociológico de la existencia de la colectividad humana.

A partir del concepto "principio de Potosí", el Museo de Arte Reina Sofía, con el impulso de un grupo de historiadores, economistas, sociólogos, filósofos y artistas-por citar las ocupaciones más relevantes de sus miembros- ha configurado un gran proyecto que vincula el nacimiento del arte moderno a la inspiración artística y a los móviles mercantiles y de poder que se tejieron en el virreinato de Perú, con base en las minas de plata que se explotaron en el cerro de Potosí.

La idea es muy fértil sin duda, porque en torno al "principio de Potosí", se teje todo un paradigma de los móviles que fueron utilizados para la apropiación por la monarquía hispánica -allá en los siglos XV,XVI y XVII- de los indios y de sus propiedades y, en relación con ello, de la generación de un conjunto de elementos artísticos, religiosos y políticos que se vincularon a la dominación española de la "descubierta" América.

Con este telón de fondo y como paso previo a la Exposición y Jornadas que se celebrarán en La Paz, Madrid y Berlín en este año 2010, algunos de estos estudiosos presentaron en el salón de Actos del Museo de Arte Reina Sofía, en Madrid, los días 4 y 5 de febrero, sus reflexiones y ciertas conclusiones sobre la "apropiación originaria", pretendiendo abrir un debate acerca de la cuestión de cómo se conformó la teoría del "derecho" del Imperio español que autorizaba a matar, esclavizar y sojuzgar a los indígenas, enriqueciéndose a su costa, ofreciéndoles a cambio religión y promesa de cielo eterno, protección frente a otros enemigos y una nueva "cultura", superior a la que les era propia.

No tuvieron estas jornadas de febrero el éxito de público que merecían, por falta, sin duda, de publicidad de estas actividades paralelas que está programando el Museo.

Una lástima. Por el interés de los temas y su novedad, porque, al contrario de lo que podría deducir un asistente despistado, el análisis supera, con mucho, las preocupaciones de un hipotético "grupito con ribetes neomarxistas" o de sociólogos con pretensiones anarquizantes, para constituirse en un brillante análisis, original y ampliamente documentado, sobre lo que sirvió de base entonces para convertir a los indios en esclavos y arrebatarles tanto lo que poseían como los recursos de su subsuelo. Argumento del invasor que, con colores y tonos cambiantes, es una constante de la actuación de una parte de la humanidad sobre la otra.

De entre los conferenciantes de estas jornadas, y solo a los efectos de ofrecer algunas pinceladas sobre lo atractivo del asunto y sus amplios matices, vamos a referirnos a lo expresado por Alberto Moreiras, profesor de Estudios hispánicos y reconocido hispanista de proyección internacional, catedrático en Aberdeen (Escocia), que tuvo el acierto de presentar una propuesta general sobre la "apropiación originaria" y, por ello, resultó la suya la más entretenida y provocadora de las intervenciones del segundo día (todas ellas, desde luego, originales e interesantes, y sobre las que no pretendemos entrar en una valoración relativa).

Moreiras señaló como ideólogos relevantes de la apropiación realizada por los conquistadores españoles en Las Indias, a Bartolomé de las Casas y a Ginés de Sepúlveda. Al primero, al que reflejó como "el Maquiavelo español", hay que atribuir la justificación del "yo conquisto", que "prepara el Cogito cartesiano", como parte esencial de la modernidad en la que se defiende la expropiación desde lo superior, con derecho de renominación, antes de que lo ético pase a epistemología.

"Las Casas no es antiimperialista, sino que impide la destrucción salvaje por el capital. No se opone a la acumulación, sino a determinadas formas. Porque los indios muertos en Potosí hubieran sido provechosos por mucho más tiempo, vivos. Alvarado o Pedrarias Davila, como conquistadores exterminadores, estaban para aquél, equivocados".

Por su parte, Ginés de Sepúlveda justifica la conquista formulando un antecedente perverso del principio kantiano: "Todo lo que queréis que los hombres hagan con vosotros, hacedlo con ellos". La guerra es justa, porque es mejor ser cristiano que no serlo. Por ello, es necesaria, para llevar la verdadera región a los salvajes indios.

Fernández de Oviedo nos da una versión escalofriante de lo que llevó a Enriquillo, el cacique indio sometido del que no sabemos su nombre verdadero. Su alternativa era o el sometimiento o la muerte: "Yo te conmino, en nombre del Rey,...y si rehúsas, eres reo de muerte (...) A menos que te sometas, (...) de lo más hondo y escondido te sacarán".

La razón del Imperio se inscribe así como el imperio de la razón, de las razones de los conquistadores para obligar al vasallaje, al sometimiento. El Imperio se impone "ante una insurgencia en retirada, que no existía en forma pura, pues solamente el no sujeto retiene su poder de insurgencia".

Al escuchar a Moreiras, fue inevitable pensar que estos elementos no constituyen el cuadro completo de la situación (ni el conferenciante lo pretendía), pero ayudaban a entender mejor ese camino complejo que guía, desde que el hombre está sobre la Tierra, la apropiación.

Es la historia de "la separación incesante entre el productor y los medios" que, en las citas que realizó el conferenciante, Marx y Althusser han expresado con la conclusión inquietante de que: "La propiedad privada capitalista descansa en la expropiación por el capital del producto conseguido por el trabajador".

Tenemos que precisar que no compartimos esta conclusión, porque entendemos que la relación capital-trabajo se mueve en términos contractuales, de contrato social, en el que, en las sociedades avanzadas, las posiciones de ambos grupos se desdibujan y adquieren múltiples interferencias y matices.

Pero esto no quita para que afirmemos con contundencia que en la historia de la Humanidad, los móviles de la apropiación se han encubierto con envoltorios edulcorados: explotación de riquezas no usadas por los conquistados, conversión a una religión más verdadera, superioridad de la raza, de la cultura o de la estirpe sobre los asaltados e, incluso, ayudas para derrocar la tiranía o apoyar el desarrollo tecnológico.

En fin, un ejemplo concreto de los muchos aspectos que da de sí el "principio Potosí" y preludio cierto de lo que constituirá una exposición inolvidable, a la que hay que dar el máximo de publicidad, porque el trabajo de sus organizadores y la altura de los estudios que se están realizando, lo merece.

 

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